CUENTO COSTUMBRISTA

LA GRAN NAVEGACIÓN

Un nuevo día comenzaba, ya no falta nada para que regresara Julio. Toda la familia comenzó a  arreglar la casa, para que cuando llegara se asombre aquel niño que le gustaba ir a la playa a navegar por las aguas de “Huanchaco” con un juguete como él lo llamaba al “caballito de totora”, y ahora ya no un niño, ahora era un hombre.

Su madre emocionada, le preparo un regalo a su hijo, el cual era un “caballito de totora” en miniatura.

-Este regalo le cautivara a mi hijo, no lo dudo- la madre se decía a si misma-

El día esperado llego, todos conmocionados esperaban a Julio en la puerta. De pronto a lo lejos se observaba unos pequeños puntos negros quienes mientras más se acercaban, la familia se emocionaba.

-Mi hermanoooo! Ese es mi hermano, ya viene.-dijo Carla-

Entonces Julio, no llegaba solo, llegaba con una hermosa familia, su esposa e hijos. Esto fue una gran sorpresa para sus familiares, quienes no sabían de la existencia de su familia de Julio.
-¡Madre, hermanas! ¿Cuánto tiempo ha pasado? Han cambiado mucho, como los extrañados.                                                                                                              Bueno también, les quiero presentar a mi familia, sé que no les dije, pero quería emocionarla en este día.- dijo Julio –

La madre le miro, cayendo unas gotas en su mejilla, le dijo:

-¡Hijo mío! Como me enorgullece saber todo esto.

Toda la familia se dio un abrazo fuertemente. Luego pasaron a la casa y Julio muy alegre comenzó a caerles unas lágrimas, pero de alegría, al ver todo lo que hizo su familia por él.
En la pared estuvo una gigantografía de él, navegando en “caballito de totora”, el cual le trajo unos recuerdos muy hermosos. 
                                                                                                                                               Luego, la madre le entrego el regalo que con tanto cariño le preparo.

-Julio, toma este presente, sé que te va a cautivar.-dijo la madre-

-¡Oooh! Madre, que hermoso, como extrañado también ir con mi juguete, al fondo del mar a pescar.-dijo Julio-

Entonces ese día, todos lo pasaron tranquilos, conversando e intercambiando historias entre ellos.

Al día siguiente, Julio decidió ir a los mares, a comenzar su travesía que había dejado por un buen tiempo.                                                                                                                         Sus hijos, le decían que querían ir con él, que querían aprender lo que él hacía.                     
Entonces, Julio ante las suplicas de sus hijos les llevo a practicar.

Estando en la playa “Huanchaco”, Julio empezó a contar sobre su historia a sus hijos:

-Cuando era un chiquillo, venía junto a mi madre a navegar en estas aguas, era fascinante ir hasta el fondo de los martes y observar todas las maravillas de peces, ahora les voy a enseñar a ustedes, mis hijos, y así el día que me pase algo, sepan y quede este hermoso arte de navegar en “caballito de totora” en la familia.

Los niños muy intrigados, con muchas ganas, querían subir y disfrutar el paseo.

Así pasaron los días, Julio todas las mañanas junto a sus hijos iban a navegar en los mares. Ellos aprendían cada día, se volvieron unos expertos.

Una mañana muy oscura, Julio se fue solo a navegar, pero antes de irse le dijo a su esposa:

-Mi amor, cuida mucho de los niños, me voy a pescar, hoy me iré solo, dile a mi madre y hermanas que los quiero mucho. Te amo.

Al llegar al mar observo que estaba con bandera roja y así se metió Julio junto al “caballito de totora”. No le importo si le iba pasar algo, comenzó a navegar hasta lo más fondo, entonces una ola inmensa lo golpeo y lo hundió la embarcación. Las olas estaban bravas por lo que Julio no pudo salir de eso y murió ahogado.

Luego de unas horas, los pescadores observaron el cuerpo flotando en el mar, uno de ellos lo conocía a Julio. Entonces llamo a la madre y le dio la triste noticia.


Todos en la familia era un mar de lágrimas, su partida de Julio les dio mucha nostalgia, no podían creer que aquel niño que amaba ir navegar junto a su juguete, moriría de esa manera. 


Ana Cecilia Rodríguez Vásquez

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